domingo, 16 de diciembre de 2007

La Gran Ciudad

Mi primer día de trabajo en D.F. estuvo plagado de pequeños retos, había olvidado lo cansado, desgastante y estresante que resulta vivir en esta ciudad.

Con el primer taxi que abordé se presentó el primer inconveniente, el trayecto consistía en viajar de la central de autobuses del Norte de la ciudad a las oficinas ubicadas en Lomas de Chapultepec. El trato del conductor fue claramente descortés, sin embargo, tras unos minutos pude darme cuenta que su intención era la de “agandallarse” para sacar más dinero. Inicialmente me confundió con un provinciano que ni siquiera conocía las grandes ciudades… ohh gran error, pues he estado en 3 de las 4 ciudades más importantes del país y viví en el estado de México 14 años 5 meses. Eventualmente llegó un momento en que lo Juárez se me subió a la cabeza y entré en modalidad “chico citadino”… le dejé bien claro al conductor que no me iba a bajar del vehículo hasta que me llevara a la dirección especificada pues yo había pagado por ese servicio y lo demás me importaba un reverendo carajo… ergo tenía dos opciones:

- Preguntar cómo llegar a la dirección destino.

- Dar vueltas durante todo el día hasta encontrarla.

Después de algunos momentos de estrés llegué a las oficinas en Lomas de Chapultepec, gravemente influido por la cultura uruguaya empecé a trabajar casi instantáneamente… cometí un pequeño error pues pensé que sería un día muy tranquilo y que seguramente a las 3 o 4 pm estaría instalándome en el apartamento.

A las 11:00 am recibí una llamada del director de mi área en donde me pedía que coordinara actividades con un cliente en México pues era necesario realizar una instalación de nuestro producto en sus servidores. En ese momento una gran carga de adrenalina me golpeó fuertemente, me sentía tenso, nervioso, preocupado… durante todo mi proceso de capacitación jamás había ido sólo a visitar a ningún cliente y mucho menos a realizar una instalación del producto… sólo una vez en Montevideo hice una instalación asistido por dos ingenieros expertos.

Llegué a las oficinas de los clientes con un gran nerviosismo sólo presente en el interior, pues la imagen que debía proyectar era la de un ingeniero muy joven cuyo domino del producto es tan bueno que podría dar una cátedra sobre el mismo ante gente mucho más experimentada.

Fue curiosa la sensación experimentada al estar parado frente a los servidores del site, ni siquiera estaba a simple vista el botón de encendido o la lectora de CD’s… parecía que mis jefes querían utilizar en mi un método similar al de las aves: “te pateamos del nido y… aprendes a volar bien o te quedas embarrado en el piso”.

Llegué a conocer el departamento a las 10:45 pm después de mi primer día de trabajo en D.F. Estaba agotado, fastidiado, tenso y sólo tenía una idea en mente: “O me regreso a Puebla en estos momentos o me subo a un avión y estoy en Montevideo en 12 horas”.