miércoles, 19 de marzo de 2008

Mirada de un indigente

Al principio me resultaba extraño ver tantos indigentes en las calles, pero poco a poco lo fui asimilando. Ya no presto la misma atención a los detalles, ni me esfuerzo por comprender las causas que pueden llevar a un individuo a esa situación.

El ser humano que se encuentra detrás de ese retrato es ignorado e incomprendido, es absorbido por el paisaje urbano y típicamente no se le proporciona mayor atención que a cualquier otro elemento citadino. Ocasionalmente se presentan distintos personajes que interactúan con él… existe el individuo noble que no se permite hacer caso omiso del dolor humano, no comparte ese dolor ni lo entiende pues pertenece a un mundo distinto, pero proporciona una ayuda meramente artificial y efímera aunque desinteresada.

Existe también el personaje corrupto – aquel cuyo espíritu ha sido carcomido – y que de alguna forma busca ayudarse a sí mismo a través de la imagen del indigente, confía en que esa insignificante moneda lo liberará de sus crímenes, limpiará su consciencia y lo llevará a una redención por el mal que ha hecho durante años.

Quizá sea el reflejo genuino de la desesperación de un individuo expresada de un forma verdaderamente noble y sincera… quizá sólo sean los meses o años de práctica que les permiten expresar un dolor realmente inexistente… o quizá sólo sea la falta de sensibilidad que un individuo como yo ha cultivado en una ciudad como esta.

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